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Yonnatan Santos Preste

Hablemos de lechería


Por Justino Zavala para El Campo



En ésta, mi primera participación en El Campo, me gustaría dar un breve pantallazo sobre nuestro sector y plantear algunos de los desafíos que enfrenta en su desarrollo futuro.


Para entender la realidad actual es imprescindible conocer el origen de lo que hoy nos muestra le lechería comercial de nuestro país. En los años 30 del siglo pasado, el abastecimiento de leche a Montevideo era un caos; muchas empresas participaban del mercado, la calidad de los productos no siempre cumplía con el mínimo requerido para el cuidado de la salud de los consumidores, el pago de la leche a los productores era malo y a veces ni siquiera cobraban, etc. En esta situación, a instancias de la novel ANPL, el gobierno de la época, interviene creando la CONAPROLE. Es a mi juicio, le primer política de Estado que se aplica al sector. Se ordena el mercado, se generan las condiciones para comprar las fábricas de Kasdorf, COLE, y otras a través de un mecanismo de emisión de debentures (algo así como obligaciones negociables) que la cooperativa va pagando en 50 años, para lo que se le otorga en exclusividad el abastecimiento a Montevideo.



El precio de la leche pasteurizada lo fijaba el gobierno (hasta ahora se mantiene así), contemplando el precio a los productores y el margen industrial. Se estableció el sistema de cuotas que garantizaba un mínimo de 60 lts a cada productor y un sistema de “ganancia de cuota” en función de los aumentos de remisión. El sistema tenía como objetivo central el abastecimiento de leche de calidad a la población (en especial la de Montevideo), objetivo que fue parcialmente logrado ya que en épocas de menor producción se debía recurrir a la importación de leche en polvo.


Tras un período inicial de crecimiento la producción lechera se estancó y así permaneció hasta mediados de la década de los 70, cuando se produce el gran cambio en la política económica del Uruguay y se generan políticas específicas para favorecer lo que en ese momento se llamó “exportaciones no tradicionales”. Los incentivos iban desde la devolución de impuestos por encima del 10%, exoneración de tributos mediante la declaratoria de interés nacional y otros. Pero lo más importante tal vez, fue que acompañando ese impulso, se firmaron tratados de intercambio comercial con Argentina (CAUCE) y Brasil (PEC) y más tarde con México, que permitieron a la incipiente industria láctea exportadora canalizar los crecientes volúmenes de leche que recibía en sus plantas. Este aumento de la producción se da por la aplicación de paquetes tecnológicos que utilizaban como base de alimentación de las vacas el pasto con la siembra de praderas.


La industria cumplió un rol fundamental en la difusión y adopción de esta tecnología, que permitía producir más leche a un costo sensiblemente menor. Así como el consumo interno fue el factor que traccionó el crecimiento en la primer etapa, la producción impulsó la segunda, enmarcadas ambas en sendas políticas de Estado que crearon las condiciones para sustentar el crecimiento.


Este modelo de crecimiento, comienza a mostrar signos de agotamiento en los últimos 10 años, con una pérdida constante productores, el cierre de algunas industrias y la concentración de la producción y la industrialización en cada vez menos manos.


Esta - necesariamente breve- descripción del camino recorrido, nos lleva a formularnos la pregunta si no es necesario generar nuevas políticas de Estado para retomar la senda de crecimiento del sector.


Obviamente no se trata hoy de pensar en subsidios ni regalías, políticamente imposibles, económicamente inviables y éticamente reprobables, sino que se trata de analizar cuáles son las restricciones que enfrentamos y cómo superarlas. ¿De dónde provendrá la tracción para esta nueva etapa? No tengo dudas que esa tracción provendrá del mundo, de los mercados internacionales, para lo cual debemos encontrar los caminos de inserción que nos permitan competir en el mundo, pero también definir qué vamos vender, cómo lo vamos a hacer, a que segmento nos vamos a dirigir, etc. Vendemos leche en polvo, o vendemos leche en polvo producida por vacas “felices” que son alimentadas a pasto?


Esto se construye desde una política de Estado , porque tenemos que tener una marca País para nuestros productos lácteos. De cómo nos insertemos en el Mundo, depende el resultado que vamos a trasladar a los productores, de cómo insertemos depende cuántos productores permanecerán en el rubro o cuántos podrán ingresar al mismo. Por supuesto que hay muchos componentes más, que seguramente analizaremos en próximas entregas, pero hoy este es nuestro desafío central como sector y cómo país.




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